Las empresas hoy en día son tan diversas y complejas como el mundo en el que vivimos. Los líderes enfrentan varios retos que hace 10 años, simplemente no existían. Por ejemplo, ahora pesan las brechas generacionales en el personal. Pensemos en que las organizaciones cuentan con gente de al menos cuatro generaciones (Baby Bummers, Generación X, Millenials y Generación Z). Cada generación tiene sus propias expectativas, sus fortalezas y oportunidades.
Por otro lado, está el reto del auge tecnológico y la digitalización de procesos. Esta transformación digital afecta todos los aspectos de nuestra vida, desde la naturaleza del trabajo hasta las formas más básicas de interacción. Por supuesto, esto se traduce también en un nuevo entendimiento de cómo nos relacionamos, tanto con nuestros colaboradores como con nuestros clientes.
A esto hay que sumar la presión de estar “al día” con las tendencias de las industrias, las mismas que son cada vez más cambiantes y vertiginosas. Nuestros tiempos exigen modelos de gestión flexibles, con una amplia capacidad de respuesta y con soluciones innovadoras para estar a la par con las exigencias del mercado.
En este nuevo panorama, un líder que era considerado sobresaliente hace una década, ahora comienza a verse obsoleto. Los nuevos líderes deben contar con un amplio conocimiento de su rama, de su industria, de la tecnología, de la gente y de la sociedad, para poder trasladar este conocimiento a planes y estrategias que motiven a las personas y que cumplan con los objetivos generales de las empresas.
Para lograr esto, un líder debe entender que no puede hacerlo solo. Los tiempos actuales exigen modelos más colaborativos de trabajo, donde el rol del líder es canalizar las fortalezas de su equipo y guiarlos hacia un objetivo en común. Esto propone relaciones más horizontales, oficinas abiertas, comunicación directa y delegar ciertas tareas y decisiones. Este tipo de modelos, que son muy comunes en otros países, todavía representan un reto en nuestro país, donde todavía prevalecen modelos de liderazgo verticales e incluso autoritarios.
El líder actual también debe desprenderse de la idea de que “lo sabe todo”. Esta percepción es muy común en las organizaciones, donde el personal se siente restringido de tomar decisiones sin el visto bueno de un superior. La 4ta revolución industrial exige profesionales cada más especializados, sobre todo en áreas técnicas, y un buen jefe es aquel que confía en el criterio y conocimiento de su equipo. Su trabajo es una supervisión más que de las tareas, de mantener el foco del equipo en los objetivos a lograr.
Finalmente, el mundo necesita líderes que se autoevalúan. Es decir, que estén al tanto de sus propias competencias y que trabajen en superar sus debilidades. Un buen líder debe encontrar el balance entre el conocimiento técnico y las habilidades blandas, que le permitan tener equipos de trabajo comprometidos. Las organizaciones demandan un involucramiento colaborativo de cara al futuro, y para lograrlo se necesita un liderazgo dinámico, incluyente, técnico e inspirador.
Conscientes de los retos que trae la 4ta revolución industrial a las empresas, EDES Business School creó el Diploma Internacional en Habilidades Directivas. Consiste en 8 módulos que abarcan la gestión empresarial desde la innovación, el liderazgo colaborativo y el contexto global.
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