La sostenibilidad empresarial, rara vez es vista como una ventaja competitiva. Tradicionalmente, los esfuerzos en áreas como responsabilidad social y prácticas medioambientales han sido vistas como un accesorio, como un trabajo de imagen o una obra de buena voluntad, más que como una filosofía que influye directamente en la visión estratégica de las empresas.
En un panorama global complejo como en el que vivimos, resulta imposible continuar ignorando la importancia de instaurar políticas sostenibles. Por un lado, porque el estado actual del mundo, exige un mayor compromiso con las prácticas ambientales; y por otro lado, porque las personas, más que nunca, tiene una mayor consciencia sobre los productos y servicios que consumen.
¿Qué entendemos por Sostenibilidad Empresarial hoy en día? De forma resumida, podemos decir que es el resultado del compromiso de una organización con sus stakeholders. Desde los productores de materia prima, hasta las comunidades aledañas a los lugares de operación, la sostenibilidad es el cuidado que tiene una empresa sobre su entorno.
Una empresa sostenibles es entonces aquella que cuida y genera un valor compartido con todos los actores que giran a su alrededor. ¿Pero cómo ser sostenibles aporta a la competitividad?
En términos generales, la sostenibilidad aporta credibilidad, confianza y buena reputación. Esto influye de forma positiva en el clima laboral; las personas que trabajan para empresas que cuidan de su entorno, son más productivas, están orgullosas de lo que hacen y están más dispuestas a innovar. Esto se vuelve una ventaja competitiva cuyos resultados se ven a mediano y largo plazo.
Por otro lado, la sostenibilidad puede influir de forma directa en la rentabilidad de las empresas. El consumidor actual, tiene preocupaciones y motivaciones ligadas con el cuidado del medio ambiente y premia a las empresas sostenibles, mientras que boicotea a las que no lo son. Las acciones sostenibles de las marcas se vuelven parte de la opinión pública, generan recordación y finalmente, venta.
Ahora, para implementar políticas sostenibles, una empresa debe primero identificar cómo influye en su entorno. Esto implica un análisis de toda su cadena de producción y distribución, con el fin de reconocer oportunidades de mejora en sus procesos. Estas oportunidades deben convertirse en planes de acción realizables y permanentes, que generen un valor agregado para la empresa, el ambiente y la sociedad.
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